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Desde nuestra mas tierna infancia estamos rodeados por ellos.
En nuestra ficha de maternidad, en el dia de nuestro nacimiento, cuando sacamos nuestra primera cedula de identidad, en un libro de clases.
Los numeros nos siguen a todas partes que vamos, nos rodean, nos invaden, nos presionan, y a veces, como en mi caso, me hostigan.
Llevamos fechas marcadas en nuestra memoria, recuerdos que una o varias veces al año, nos hacen remembrar, añorar, volver al pasado. Los numeros nos evocan situaciones, son simbolicos, concretos, pasmantes. Los hay eroticos como el maravilloso 69, y apocalipticos, como el mitico 666. Nos traen felicidad, y tambien tristeza.
Nos hacen sentir gigantes, y a veces, tambien unos liliputienses.
Hay culturas que los veneraban. Otras que armaron toda su ciencia y su poderio en torno a ellos.
Hoy somos un numero de IP, uno de C. de I., otro de celular, uno de Inscripcion Electoral, otro de donacion de organos, luego un frio numero marcado en la puerta frigorifica de la morgue.
Numeros alegres, numeros tristes. Numeros.
Formulas que te dicen cosas, hechos, sucesos, acontecimientos, derrotas, victorias, capacidades, vectores, cos.
Hay un mundo a prueba de numeros?.
Nos son necesarios, estos inventos cuasi perversos.
Yo tengo ahora uno. Y me aferro a el. Pues me dara felicidad. Me aportara descanso y paz. Me traera risas, pero tambien necesarias lagrimas. Tengo un numero. Es solo mio, nadie mas lo posee, nadie mas lo ha visto, ninguno le darta mejor uso que yo.
Es mi numero, y no lo comparto con nadie, me hace amarlo y casi venerarlo. Son las parodias que nos hacen hacer estos garabatitos singulares y chistosos, los numeritos de nuestra vida.
A lo mejor despues que use ese numero, la vida me deparara mas que una sonrisa, sera la paradoja del fin del ciclo. Y sumando y sumando, descubrire al fin la formula soñada de la felicidad...