Promenade ( ii )

La aurora se hacia presente como nunca antes esa mañana.

Sobre el horizonte se teñian las nubes de multicolores tonos, engrandeciendo el espectaculo del sol naciente.

Sobre la Villa, la neblina matutina daba paso a un renaciente dia de otoño.

El pasto lucia su frescor y verdor como pocas veces mis pupilas habian visto.

Las gotas del rocio mojaban mis pies, con una sensacion fresca y juguetona.

Sobre las empedradas calles aun nadie asomaba sus pasos. Solo los mios resonaban ahora rumbo a la plazoleta.

Al cruzar la fuente de agua que adornaba con chorros saltarines la entrada a la plaza, divise al unico habitante de sus aguas, el Pato solitario y melancolico que arreglaba su plumaje con esmero y dedicacion.

Mas alla, la estatua de Cesar lucia serena y deslumbrante, coronada por un par de palomas que jugueteaban y se daban picotazos mientras emitian sus gemidos de amor.

Del fondo de la calle que rodeaba la plazoleta, salio con paso lento y delicado Sofia, empujando un carrito con su bebe mas pequeño, al que por ser el ultimo de la familia, habian puesto por nombre Benjamin.

Cruzamos nuestros caminos, la salude con afecto y ella siguio rumbo al mercado, siempre rodeada de misterio y pomposidad.

Segui mi propio camino hasta llegar al otro lado de la plaza. Alli, entre el verdor y frescor matutinos, un conjunto de hermosas Margaritas adornaba con sus petalos todo en rededor.

Me pare junto a ellas y absorbi su cautivante fragancia. Eran hermosas en verdad, el sol ya las bañaba con su luz, y hacia que resaltaran sus formas y color. Es realmente una mañana hermosa la de hoy, me dije, mientras aspiraba una vez mas aquel aroma despedido con sutileza por las preciosas flores.

Sobre el cielo, las nubes multicolores desaparecian, y dejaban al descubierto un azul brillante y limpido, inmaculado, que no hacia mas que recordarme lo pequeños que somos, comparados con el vasto universo que nos rodea.

La pequeña parroquia medieval lucia tambien con un aire diferente, el sol naciente golpeaba sus coloridos vitrales, y reflejaba con un abanico de tonalidades todo alrededor. A un costado un busto de Pablo apostol miraba el horizonte como en busca de algo o alguien por venir...

Sobre la calle lateral unos maullidos atrajeron mi atencion, era Kathyta, la pequeña felina que merodeaba la Villa, aunque nadie sabia con certeza quien era su legitimo dueño, ni Sofia, ni el viejo Botz, ese medio gnomo que refunfuñaba cada vez que la gata se metia entre sus flores predilectas.

Segui mi paseo y mi vista se poso en los tejados rojizos y añosos, en esas casas adosadas una al lado de otras, pero en una armonia perfecta y absoluta. Pintadas de alegres colores, parecian el complemento perfecto a un dia que se anunciaba tambien perfecto.

Un calorcillo sensual se apoderaba de mi piel, si Ludwig viera todo esto, pense, otra Pastoral veria sin duda su nacimiento.

Amaba en realidad todo eso, el olor que despedian los añosos arboles, el trino de las aves que se despertaban y sobrevolaban mi cabeza, como queriendo hacerme notar su presencia.

Como no amar todo aquello?, como no notar toda esa hermosura?, como pasar inadvertido ante ese espectaculo maravilloso y gratuito que se revelaba ante mis asombrados ojos? No se podia, solo habia que dejarse llevar, sobre las olas de esa poesia inconmensurable y pura. En las alas de esa oda oceanica y continental, de esa magia que cada dia se presenta ante mis ojos, pero que nunca antes como hoy, habia sido tan vivida y tan real...